Navidad en el rellano - Leyre Hualde
20 Enero 2017
Premio VII Certamen literario ‘Heraldo de los Reyes Magos’ de Cuentos de Navidad 2017 I De un momento a otro la fachada del ayuntamiento se iluminó. Miles de bombillas rojas y blancas se encendieron provocando gritos de emoción entre los niños presentes en la plaza. “¡Mira qué bonito, mamá!”, dijo Silvia mientras tiraba de su mano. Al lado, Adrián miraba hipnotizado al edificio desde la altura que le proporcionaban los hombros de su padre. “¡Ya es casi Navidad! ¡Ya es casi Navidad, papi!”, repetía sin cesar. A ella no le pasó desapercibida la sonrisa forzada de su marido mientras contestaba al pequeño. El la vio agarrar con fuerza el bolso y cambiárselo de hombro, en un intento, probablemente inconsciente, de alejarlo de su hija. Ambos evitaron los ojos del otro, no fuera que vieran reflejados en ellos el miedo que se ocultaba en los suyos. Ese día los niños se durmieron enseguida, agotados después de ese pequeño paréntesis en la semana que suponía la fiesta de San Saturnino. “Los kilikis son lo que más me gusta de Pamplona”, había dicho Silvia muy convencida a la hora de comer. Sin embargo, al irse a la cama ya había cambiado de idea: “Lo que más me gusta es la Navidad -afirmó-, porque hay luces en las calles, se merienda chocolate caliente y se pueden comprar castañas… Justo como hoy y eso que todavía falta casi un mes”. “Y vienen los Reyes”, le recordó entre bostezos su hermano que, con tres años, por primera vez era realmente consciente de que, si se portaba muy bien, Melchor, Gaspar y Baltasar le dejarían algún juguete al lado de su zapato. Tras los besos de buenas noches, Andrea se sentó en la cocina, con la mirada perdida, hojeando sin verlo el catálogo de juguetes que revisaban sus hijos un rato antes. ‘¡Me lo pido! ¡me lo pido!’, resonaban sus vocecillas en su mente. “¿Dónde has dejado tu bolso?”. La voz de Nacho le sobresaltó. Por eso, hizo un esfuerzo para parecer tranquila: “Por ahí estará… En nuestra cama, creo…”, le respondió mientras sus pasos se perdían por el pasillo. Cuando volvió, soltó el sobre encima de la mesa como si quemara y ella notó de nuevo ese peso que le había acompañado todo el día en el fondo de su bolso.- ¿Sabes que no conseguimos nada no abriéndolo, verdad?
- Lo sé, pero no quiero ni leerlo… Total, ya sabemos lo que pone.
- Cierto… Aquí está: “Debido a la deuda contraída con la empresa suministradora del servicio de luz y gas, se cortará el suministro de su vivienda el próximo 20 de diciembre. En caso de hacer frente al pago en el plazo de 7 días, se restablecerá el servicio en 24 horas. En caso contrario, el día 27 de diciembre se le retirará el contador.”
- Joder, ¡en Navidad! ¿Esa gente no tiene hijos o qué?
- Chss, no subas la voz, no vaya a ser que los niños sigan despiertos.
- ¿Y qué vamos a hacer? ¿Me lo quieres explicar? Porque ya no me vale con que me digas que esté tranquila y que lo arreglaremos, porque no me lo creo.